7/4/13

TROZOS

Todo fue tan intenso que cuando entendí lo que estaba pasando era demasiado tarde para detenerme.

Nuestra relación siempre fue así, totalmente pasional e irracional; era el único lugar, la única persona, el único momento que nos dábamos para seguir nuestros impulsos y esta vez, creo que seguí los más oscuros.

La noche comenzó como cualquier otra noche entre nosotras: arrancándonos la ropa casi desesperadamente. Solamente la desnudez de nuestros cuerpos nos devolvía el aliento.
Eran tantas las ganas de tenerla, tanta la necesidad de sentirla, cada vez más y más; eran tantas mis ganas, tanto mi deseo, tanto mi anhelo, que le arrancaba la ropa con la boca, con los dientes, con hambre de ella.
Seguí mordiendo y arrancando con más fuerza, todo lo que sentía por ella se transformaba en una angustia de hacerla completamente mía. 
Con cada movimiento, la sangre brotaba y se derramaba sobre el suelo mientras escuchaba sus gemidos de placer.

De repente, dejó de moverse; su voz era solo un eco en mi cabeza que ahora se enfrentaba a un silencio profundo y aparentemente eterno. Desde ahora, ella solo existía como los miles de trozos de carne ensangrentada a mi alrededor. 

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